Cuando aprendí el valor que tengo, me di cuenta que merezco lo mejor.

Cuando aprendí que lo que dicen los demás no me define, deje de darle importancia al qué dirán. Cuando aprendí a ser feliz conmigo misma, entendí que nadie más me dará la felicidad que me doy yo misma. Cuando aprendí que vinimos a ser felices comencé a disfrutar la vida. Cuando aprendí que no hay nada mejor que ser uno mismo, me permití ser yo.

“EL ACTO DE LIBERTAD MÁS GRANDE QUE PUEDES HACER, ES DARTE PERMISO DE SER QUIEN ERES”